No sé si ustedes lo han notado, pero desde hace algunos años, es cada vez más común escuchar a la gente hablar sobre Dylan o Guns N' Roses en las esquinas, sobre Miles Davis o Stevie Ray Vaughan en los cafés, y sobre Ennio Morricone o John Williams a la salida del cine. No es que de repente se estén impartiendo cinco horas de cultura musical en los institutos (aunque eso no estaría mal), sino que lo que realmente estamos viendo es el impacto de Internet en la cultura musical de las personas.
Pero no se equivoquen, este no es un intento de persuadir a nadie sobre sus gustos musicales. Internet no convierte mágicamente a todos en personas de pelo largo con cinta en la frente y guitarra en mano. Los admiradores de artistas comerciales seguirán existiendo (aunque tengo que admitir que pronunciar ciertos nombres siempre me ha resultado incómodo...). Lo que ha cambiado es el acceso a la cultura. No me refiero solo a la facilidad de obtener música en formato mp3 a través de programas de intercambio, sino también a la vasta información musical que ahora está al alcance de todos en la web.
Gracias a Internet, la música ha dejado de ser simplemente un negocio para convertirse en un elemento clave de la cultura (aunque algunos insistan en llamarlo piratería). Personalmente, mientras la ley esté de mi lado, me importa poco el ruido que hacen los ejecutivos con traje y corbata, siempre y cuando tenga una buena canción de Led Zeppelin o Pink Floyd para acallar ese ruido...
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